domingo, 7 de enero de 2007

Viaje a Estambul (...y II)




Retomamos la historia...


Ya estamos en Estambul, pero bueno, antes de amanecer faltaba una pequeña sorpresa. A eso de las 6, alamajaladelamajjaaaaaaa. La mezquita de las narices estaba justo al lado del albergue y como tienen que rezar 5 veces al día tocaba diana, a tope los altavoces y todo suní que se precie pues a rezar.


Nos levantamos a eso de las 11 y media y kedamos en la torre Galata que estaba junto a nuestra pensión para ir a visitar Estambul. Entonces es cuando te das cuenta de donde vives. Yo creo que me autoconvencí de que Teherán no está tan mal, que tiene sus limitaciones y tal, pero cuando ves que lo occidental existe (tampoco es que Estambul sea Nueva York o que se yo) te das cuenta de la mierda de país en la que estás (parafraseando a un argentino que anda por akí, este es un país de mierda en el que nos lo pasamos de puta madre).

Los tres teheraníes en el puente de Gálata

Pero bueno, anduvimos por la zona de Sultanameh, vimos por fuera Santa Sofía, la mezquita azul y nos metimos entre pecho y espalda cómo no, un auténtico Kebab turco. Luego decidimos echar una cabezadita antes de salir de fiesta, eso sí, primero cayó la primera de las Narghiles que fumamos.
Esa noche cenamos en un sitio típico turco, gracias a la dirección de Julia y Elena, las becarias informática y periodista. Nos sentamos en unos cojines en el suelo y a zampar. La comida no estaba mal, sobre todo si la comparamos con el arroz iraní, lo único malo es que no tenían cerveza, así que me tomé una especie de yogur ácido que no estaba nada mal. Después echamos unos pequeños litros en casa de Julia y salimos a dar una vueltilla. He de decir muy a mi pesar que me retiré el primero a eso de las 4 y media (los años pesan...jaja).
A la mañana siguiente Ivan y yo nos levantamos los primeros y nos dimos una vuelta por el Estambul no turístico, esto es, empezamos a andar por donde no había gente y nos perdimos un poco. Luego quedamos con toda la troupe de becarios y fuimos a ver la mezquita azul y la cisterna de Yerebatan. Después nos decidimos por el plan consumista y fuimos al Gran Bazar, que por cierto está repleto de españoles. Nos encontramos un puesto en el que ponía: se habla castellano, se parla catalá (perdonen los catalanes por la mala traducción propia de uno mismo. Después cenamos en otro restaurante, esta vez más elegante aunque la verdad me gustá más el del día anterior. Postreras cervecillas y a las tres para la cama que había que turistiquear un poco más antes del cambio de año.

La mezquita azul

El día 31 nos levantamos sobre las 9 y media los 4 becarios de comercio (cómo se nota la calidad) y fuimos otra vez hacia sultanameh, cogimos el tranvía hacia allí y recorrimos la zona, porque como era nochevieja el palacio topkapi y santa sofía estaban cerradas (que era el plan original de visita). Luego por la tarde tras el Kebab y el té de rigor cogimos un barquito los cuatro solos y nos dimos un paseo por el Bósforo. Hacía un frío que pelaba, pero se soportó bien. Este viajecillo en primavera debe de ser la leche.

Ya por la tarde nos dedicamos de nuevo a la Narguile y a la charla profunda antes de prepararnos para el fin de año.

Quedamos todos para ir a un restaurante de calité para celebrar el cambio de año, aunque unos cuantos informáticos no aparecieron. Los demás (que éramos unos 20) nos echamos unas risas en la cena, con el momento cumbre: las 00:00. Nos pusimos de pie, pedimos un poco de champán y cantamos las campanadas (con carrillón y los cuartos incluídos). Todo el restaurante estaba flipando con nosotros. Qué momento!!!!

La cena de nochevieja (camareeeeroooo!!! una de mero!)
Tras pagar la dolorosa (nunca mejor dicho, porque con lo que nos clavaron por el champan me compro yo la comida del mes en Teherán) nos fuimos a todo correr a casa de Julia a ver a Ramonchu y Anne dar las campanadas españolas. Eso sí, no pudimos comer las uvas por motivos logísticos ya que el piso en donde estaban no pudimos abrirlo porque las llaves las tenían los que no vinieron a cenar. Después la clasica nochevieja...
Y yega el colofón... me despierto a las 8.30 tras echar una cabezadita porque a las 10 teníamos que coger un bus para ir al aeropuerto, y resulta que Iván no estaba en su cama. Bueno, ya llegará. Me ducho, hago la maleta... y que no llega... Entonces decido ir a preguntarle a Pablo (el becario de Sofía que estaba en el piso de abajo) a ver si sabe algo, y resulta que a última hora había pillado con una tipa. A Lucía (la becaria de Amman) que andaba de escaquis por el albergue, resulta que le habían pegado el tirón y le habían tirado al suelo, xo por lo menos no le habían robado el bolso. Así que el tiempo pasa... Iván no responde al móvil... pues se le espera y se coge un taxi... pero el avión no lo pierdo. En estas, casi a las 9.30 aparece corriendo cogemos las maletas y le despertamos al tipo de recepción que estaba todavía tajado y que ni se enteraba de que no íbamos y teníamos que pagar. Pero bueno al final llegamos a las 10 a por el bus... y resulta que no existía tal autobús. Genial!!! tanta prisa... pues ala, a desayunar.
Después cogimos un taxi al aeropuerto y el avión esta vez lo cogimos sin novedades reseñables.

En el aeropuerto de Teherán pasamos los primeros gracias a nuestro pasaporte de servicios por la zona de diplomáticos, pero justo al salir del aeropuerto me paran a mi y me piden identificación. Como me ven un pasaporte que no es ni rojo (diplomático) ni granate (el de tol mundo) pues flipan. Eso de tener pasaporte de servicios (azul) es lo que tiene, además como no viene nada más que el visado en farsi no se enteran de ná. Menos mal que llevaba mi tarjeta de residencia y en cuanto la leyeron me dejaron marchar.

A partir de ahí el viaje terminó trankilamente (bueno salvo los clásicos sustos en el trafico teheraní).

Así que ahí terminó una nochevieja y un año nuevo diferente. Por primera vez fuera de casa...

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